Hace ya muchos años que escribí el primer libro de la Trilogía de Arcana, La Verdadera Historia de Atlante. El primer borrador lo empecé hace más de 20 años, cuando casi nadie leía libros del género fantasía. De modo, que recuperar mis memorias no será tan fácil como a mí me gustaría, pero haré mi mejor esfuerzo.
Acababa de regresar a mi país natal Venezuela, después de 8
años de libertad en España –la libertad
de vivir sin el insoportable agobio de la familia… Y un buen día decidí que
quería sentarme a escribir, otra vez. En España me había leído ya una vez, el
gran tomo de El Señor de los Anillos –obsequio
de un amigo artista.
La lectura de Tolkien
me cautivó como era de esperarse, sin previo aviso; la musa me empezó a
susurrar al oído. Pero yo no estaba lista todavía para seguirla. Recuerdo que
me limité solamente a tomar notas en mis sempiternos cuadernos de cabecera; los
que he llevado desde hace cien años, antes de haber sabido siquiera que existía Julia Cameron.
Con cientos de apuntes y bosquejos aquí y allá y con muy
poca experiencia para manejar tan grande empresa, no sólo decidí escribir
decidí también esperar lo inesperado. Y como tiene que pasar cuando se dejan
las puertas abiertas, toda clase de criaturas comenzaron a entrar desde remotas
dimensiones.
Recuerdo que entre mis apuntes saltaban por todas partes
bosquejos de dioses e historias de la
Antigua Grecia¸ mi antiguo gran amor. Me fue de gran ayuda recuperar el
volumen de la Ilíada de Homero y leerlo como quien se lee las
noticias. Pero entonces, resultó que nuevas historias y personajes comenzaron a
hablar y a saltar por todas partes, y yo ya no tenía suficientes dedos para
contarlos y para estamparlos a todos contra las teclas de mi nuevo y flamante ordenador
de escritorio.
La empresa como me temía, se volvió casi ingobernable. Aunque
la historia ya estaba andando por sus propios pies, hubo momentos en los que no
sabía hacia dónde me estaba dirigiendo; éste es un lugar común en casi todas
mis obras. Aunado a ello se perfilaba una estimulante experiencia en mi vida,
llena de novedad y promesas; empezaba mi trayecto por el camino de la
meditación.
Esto pareciera poca cosa contado de esta manera, en tan sólo
unos cuantos párrafos, y sin embargo, aquel momento de mi vida estaba rebosante
de magia y misterio, como pocas veces se ha vuelto a repetir. Cuando se es
joven e inocente, la vida siempre te sorprende.
Y la Musa también. ¡Bendita sea! Me trajo un enorme regalo:
una orquesta o, más bien, una sinfonía de historias que todavía no terminan y
que hablan de un hombre, un soberano que recorrió miles de mundos; de la
amistad verdadera, y de la capacidad de seguir soñando, pase lo que pase. Así
empezó La Verdadera Historia de Atlante.
Así empezó digo, y así sigue, porque la historia no acabó.
Incluso, después de terminar el Tercer Libro. Todavía quedaba mucho que contar.
Y todavía queda. La Trilogía resultó ser un momento de reencuentro con otros
mundos que habitaban olvidados dentro de mí; como le debe de pasar a muchos escritores.
Atlante Pelayo dejó una huella imborrable en el campo de mi
trayectoria como escritora. Fue un antes y un después. Después de la Primera Historia, ni yo ni el mundo volvimos a ser los mismos. Sobre el destino de Atlante prefiero
dejar que cada lector lo descubra por sí mismo, entre las páginas del libro. Y
aquellos que ya lo conocen pueden dejarme aquí sus parabienes.
En breve, saldrá la segunda edición.
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En la próxima entrega les compartiré anécdotas de mi viaje a Grecia, y de cómo aquí reconocí la huella de Atlante.
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