Hay una referencia al toro sagrado Serapis, aunque en el libro
esta divinidad está relacionada directamente con uno de los principales
personajes, el Hermano Menor. Lo que me llevó a elegir esta historia es precisamente
la temática mágica y los recursos narrativos que utiliza el autor desconocido
para crear los efectos de la magia en
su historia.
La forma narrativa se decanta por un tono dramático y una
fuerte vena moralista; pues el drama se desencadena por causa de la traición de
uno de los personajes y entran en juego dinámicas de relaciones maritales y de
parentesco; lo que da un fuerte dramatismo a la historia, pues ya se sabe que
los lazos de sangre conllevan a pasiones profundas en la gran mayoría de las
historias de la literatura.
La figura de la magia
no se perfila de una manera concreta en esta historia y sin embargo, resulta
esencial para delinear el hilo narrativo y el propósito del narrador de crear
una continuidad en el relato. Aunque personalmente encuentro el estilo caduco y
pueril es, no obstante una solución creíble en cualquier narración cuando es
aplicada correctamente.
La magia era un
elemento esencial en la vida espiritual y cotidiana en el Antiguo Egipto; sabemos por numerosas traducciones coptas de los papiros egipcios encontrados en
yacimientos y tumbas faraónicas, que estos grandes señores se servían de la magia con bastante asiduidad para
resolver incluso, los temas más delicados de la vida política de las dos
Tierras.
De modo, que considerar la magia como un tema banal, para los egipcios estaba completamente fuera de lugar. Además, el uso de
este recurso en la narración nos muestra la gran importancia y utilidad que
tenía para los antiguos egipcios, y
lo mucho que era apreciada en su día a día.
La base de este elemento del reino de lo Maravilloso, está
en los fundamentos mismos de la civilización
egipcia, la cosmogonía, la relación entre los dioses y los hombres, y la importancia de estos para
cualquier egipcio de a pie de la época. La magia
no era meramente un producto casero de utilidad para resolver problemas.
Para los egipcios la magia era un dios en sí mismo, uno muy
antiguo y respetado.
Al final de la historia, el autor lanza una especie de
maldición contra aquellos que se atrevan a difamar el contenido de la misma, y
menciona al propio dios Thot como
tutelar y protector de la historia. Es un verdadero broche de oro para asegurar
que las palabras escritas sobre el papiro estaban protegidas por la divinidad.
Se cierra el círculo esencial de la relación con lo divino, creando un doble
acceso; en la ficción y en la vida real.
Quizás de todo el texto esto sea lo que mayor importancia contenga,
y lo que le concede su más fuerte carácter dramático.
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