miércoles, 14 de abril de 2021

Atrapar al Pájaro Brillante

 



Estos últimos días me han llevado en constante peregrinación por la costa azul de Francia; un lugar que admiro y estoy aprendiendo a apreciar y amar cada día más. Las historias de este peregrinaje me han llevado desde las costas de Mónaco en una montaña paradisíaca, hacia la ciudad ilustre de Niza y de regreso, a la hermosa villa de Istres, en Provenza.

Una despedida obligada de la montaña mágica cerca de Mónaco, adonde los sueños que se cumplieron  se manifestaron como fuegos artificiales mostrando la impermanencia constante de la realidad, me llevó a enfrentar nuevamente una decisión, visitar una ciudad nueva en busca de alguna ilusoria posibilidad de trabajo. Fue así como unos amables extraños me abrieron las puertas de su hogar, en Niza.

La fugacidad inevitable de la sensación ilusoria de un tiempo que transcurre inexorable juega malas pasadas en la mente dormida. Mi mente soñaba con tragedias míticas de transeúntes olvidados a un lado del camino. Y las lágrimas se desbordaron sobre mis manos, en sueños y esperanzas rotas. El viaje enseña al viajero a despertar si éste es capaz de reconocer el sueño.

Yo buscaba un aliado en alguna parte, y desde la pantalla inmaculada del sueño en el que creemos estar despiertos, los personajes algunas veces me escuchan y me hablan. Y así puedo tener la reconfortante ilusión de conectar con una presencia externa; que no es otra cosa que mi propia voz interior y los contenidos ocultos de mi niño interno. Ése que a veces, quiere jugar, y otras, sólo quiere llorar en los brazos de su madre.

A veces, es la voz del Maestro que se atreve a musitar sus cantos de sabiduría a través de los labios sonrientes de un extraño marinero que encontró su hogar en tierra, después de que su barco se hundió tiempo atrás, en aguas de cobalto. No importa, no hay otro. En el sueño la proyección siempre se muestra diversa, pero el mensaje viene de la fuente eterna y esta es una sola, sin importa cuántas caras nos muestra.

Si el viajero no descifra el mensaje, es posible que tampoco sea capaz de despertar de su sueño; a pesar del deseo insoslayable de viajar más allá de los rieles del tren y de sus propia quimeras. El deseo no es suficiente, sólo es la puerta para nacer en el mundo de los durmientes.

Desde Niza un nuevo pájaro comenzó a cantarme. No era el pájaro de la oportunidad, este fue el que atrapé en las playas pedregosas de esta maravillosas ciudad. Fue de regreso a Istres, como si regresara a casa, a la familia, a un lugar donde alguna vez tuve un hogar, aunque no lo recuerde.

El pájaro estaba allí en la estación del tren. Recuerdo muchos pájaros en mi vida en especial aquel Pájaro que anuncia la Presencia-ese pájaro voló conmigo por muchos años. Y algún día contaré esa historia, otra vez-. Pero este pájaro no es una metáfora, es real tan real commo puede parecer un sueño con plumas, que canta.

Me hizo sonreír. La primera vez me asustó, porque voló atónito hacia mí como si me llamara la atención: ¡escucha, mira! ¡Soy yo, el pájaro! Y vino tres veces a posarse: sobre mi pie, la primera; en mi mochila después y al final, picoteando sobre mi brazo. Y luego, lentamente se quedó dormido, como si ya me hubiera dicho todo lo que tenía que decir. Se durmió en un sueño de pájaro y yo pude, por un instante, sentir el peso de sus huesos vacíos.

Después de un tiempo me pregunté cuál era su mensaje. La respuesta no vino de inmediato. Cerré los ojos y escuché su canto. “No tengas miedo –decía-. Mírame, yo soy pequeño y no temo nada”.

Si quieres conocer mi obra sígueme en Facebook y en Instagram.+   



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