Viajar no era el propósito de los artículos para el blog. Sin embargo, éste ha sido el tema principal en mi vida, los últimos seis meses; un viaje constante, un movimiento perpetuo, siempre en mutación, siguiendo una línea fuera del tiempo, la línea del Cambio; que es la única constante en el Universo.
Así que de eso se trata este breve artículo. No va de narrar
un viaje, sino de atestiguar cómo ese transcurso ha estado transformando casi
todos los aspectos de mi vida y de mi escritura. Comencemos por el trabajo. La
protagonista de este viaje ha dejado las tierras cálidas de su Isla Bonita, no
para ir en busca de una aventura incierta, como muchos la han acusado.
Ella emprendió este viaje con un propósito claro. Tenía un
destino, tenía un objetivo concreto, tenía un acuerdo hablado con otra persona
en la zona de los Alpes Marítimos, en Francia. Para comprender cuánto influye
en nuestras vidas el Gran Espíritu
del Cambio, tenemos que alejarnos de la perspectiva ilusoria del Tiempo. Había una vez… decían los cuentos
infantiles.
Y hubo un punto de giro,
un repentino salto. No es que ella sea aventurera, es que es humana y como tal,
ella no controla todas las infinitas variables de la creación de la realidad. Aunque ella cree que si puede.
Entonces, ¿quién las controla? Esa es una pregunta que este artículo no
pretende responder, de momento.
Era preciso que ella tomara acción. Si bien, no sabía cómo,
ella dio el salto. No un salto mortal; sólo dios sabe cómo, si es que alguien
lo sabe. La acción es un acto de la voluntad, pero la voluntad es una entidad
aparte, con su propia razón de ser. Y fuera como fuera, la ayudó a dar el Gran Salto por encima del océano de los
obstáculos aparentes, pero no la ayudó a cumplir con su propósito, la razón por
la que ella decidió dar el Salto.
Entonces, el Punto de
Giro la llevó a reformular su objetivo. Poco a poco, ella va comprendiendo
que hay una consciencia alterna que
sabe antes que ella lo que ella está dispuesta a hacer, y que conoce el
resultado mucho antes de que ella tenga la intención de ejecutarlo. Y ¿esto –o debería
decir Eso- qué es?
Otro aspecto que cambió
radicalmente en esta odisea fue su
relación con lo divino, Eso empezó a
hablarle desde su alma. Ella se sentó durante diez días de retiro en una
cabaña, en medio de la montaña en la Costa Azul, a unos cinco kilómetros de Mónaco
y comenzó una profunda charla con su alma. Se dio cuenta de que su alma tenía
voz y que respondía con bastante claridad a sus preguntas.
En ese momento, comprendió que Eso estaba actuando más
allá de sus planes y expectativas y que por mucho que ella intentara seguir en una
dirección o trazarse un plan, las cosas siempre terminaban torciéndose en otra
dirección; generalmente, la más inesperada. Ahora ella se ríe a carcajadas de
todos aquellos sus prudentes amigos que la aconsejaban tener un plan B, C y D.
¡Qué ingenuos eran!
Una palabra me llega de repente, después de esos días de
retiro escuchando la canción de cuna de los sapitos de charco en la cabaña de
madera de Roquebrune: rendición. No
hay conquista sin rendición. Puede que se haya dado cuenta de que de eso es de
lo que se trataba este viaje, al fin y al cabo; de rendirse a los pies de esa
Voluntad sin nombre, como se rinde el soñador en los brazos del sueño.
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