viernes, 2 de abril de 2021

Creando una historia

 



Llevo medio año viajando por Europa y viviendo un poco  a la buena de dios, según los viejos estándares. En ciertos momentos he ido comprendiendo cómo estoy dándole forma a la historia de mi vida y específicamente, cómo estoy manifestando cada situación que se presenta a lo largo de mi viaje.

Y no sólo eso. Cada pequeño detalle; como encontrar una buena oportunidad haciendo autostop. Cada casa en la que he vivido y hasta una conversación casual. Todas esas cosas pasaron por mi cabeza, en algún momento anterior a su sucesión. Del mismo modo, se van creando las historias en la mente del escritor.

Hace más de un año que con cierta ayuda sobrenatural me surgió una idea para volver a sentarme a escribir y cuando las imágenes empezaron a agolparse en mi cabeza, ya no podía dejar de machacar las teclas del laptop. Mi mente se llenó de ideas inspiradas por antiguos cuentos de hadas, por sueños y también otras vidas anteriores que pude recordar.

Comencé a construir un universo mágico y personajes nuevos, porque ya estaban en mi mente; la imaginación los trajo a la realidad; a una realidad literaria, aunque no por ello menos real. Vi el paralelo entre mi vida, la creación de las circunstancias que me rodean, y la creación de una historia, un cuento o una novela; eso mismo estamos haciendo a cada momento.

En esos momentos en que nos dejamos llevar y surge un velo que nubla nuestra mente,  nos apartamos de lo que nos rodea, como si hubiésemos entrado en la sala de un teatro y los tramoyistas subieran el telón. Entonces, empieza la magia. Las ideas van y vienen como personajes moviéndose a través de las tablas.

Y la magia se detiene cuando alguien ha bajado el telón y reconocemos que estamos en mitad del tráfico, de camino a la universidad o simplemente planchando el cuello de esa camisa que no nos vamos a poner porque ya se ha quedado pasada de moda. Crear la historia de nuestra vida  es como escribir una historia a mano o en el ordenador.

Sólo hay que subir el telón y entrar en esa dimensión en donde todo es posible y dejar que la pluma (o el teclado) siga su curso. Todo cuanto quede registrado en esa realidad bidimensional de las letras es tan real como sea posible, el único requisito es que haya sido fruto del milagro de la imaginación.

Escribir y vivir son si cabe, una misma cosa. Si bien, alguno me querrá discutir que nunca había vivido su vida como un vampiro o viajando por el espacio exterior. Yo le responderé, sin embargo, que lo real no está supeditado a la percepción de los cinco sentidos; esa es solamente una manera de percibir una parte muy pequeña de la realidad, y si no me creen sólo me remito a los más recientes estudios en física cuántica.

Si puedes imaginar una historia con todos sus mínimos detalles es que de alguna manera, has estado allí. Porque el que vive no es solamente el cuerpo de huesos y carne, es el que observa dentro de ese cuerpo fortuito. Es el ojo capaz de volcar la visión hacia adentro, al infinito multiverso de la experiencia.

Si deseas conocer más sobre mi obra, sígueme en Facebook y en Instagram

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